miércoles, 6 de noviembre de 2013

Causa final del hombre


 
EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO  

Venimos a hacer retiro para ordenar la vida la cabeza inteligencia, la voluntad el corazon y ¿Como se hace esto? Para ordenar la vida, como para ordenar cualquier movimiento,  resulta indispensable conocer la causa final,  porque de otra manera es imposible. Saber hacia donde vamos. 
 
En la bóveda de la capilla Sixtina Miguel Ángel pinto dos manos famosas: las de Dios, indicando cual es el fin dando el ser, mostrando el fin de la existencia del hombre y la mano receptiva  de Adán, que recibe el ser de Dios, indicando hacia donde debe dirigir su vida.
 

¿Cual es el fin absoluto último?: Es  la gloria de Dios que es darle luminosidad a Dios nuestro Señor, acercar a los hombres a  Dios. Santa Teresa de Calcuta con su vida, con su obra, indudablemente acerca a los hombres a Dios, nadie dudaría de ello. Ser luminoso es dar gloria a Dios.  

El fin absoluto y ultimo de toda persona es darle eternamente luminosidad el fin aquí en la tierra es acercar las almas a Dios de ese para que le amen, para que le  sirvan y para que le conozcan. De ese conocimiento nace el amor. El amor no es ciego. El amor no anda a tientas. 

¿Que significa este conocimiento, este estar sujetos a Dios?. Nosotros dependemos de Dios. Es una dependencia esencial,  absoluta, total, universal, amorosa. 

Esencial: Si yo no dependo de Dios yo seria nada. No podría existir.

Absoluta: Yo no le puedo poner condiciones a Dios nuestro Señor. Respecto de esta dependencias. Punto final.

Total: Depende mi inteligencia, depende mi voluntad, depende mi quehacer entero. Nada escapa de El.

Eterna: Siempre dependí de Dios, dependo actualmente, y dependeré siempre de El. 

Amorosa: No dependo simplemente como un  esclavo o un siervo,  sino como un hijo depende de un Padre infinitamente bueno. Esto es lo esencial.

Advirtamos que nosotros tenemos una libertad  ascética, jurídica, moral, sicológica. Con esta libertad sicológica nosotros le podemos decir no, yo no quiero sujetarme a Ti,  a Dios: La libertad sicológica consiste en la facultad de decir si o no a Dios independientemente del valor moral. 

¿Y qué pasa si yo le digo a Dios que no deseo depender de El? Si yo no quiero depender de quien si debo, terminaré dependiendo de quien no debo. El alcohólico no quiere depender de Dios respecto del alcohol y se hace esclavo del alcohol, así el drogadicto, y el ludópata. Un leproso convertido al catolicismo señaló que “Durante ese tiempo era un estropajo humano. En un leproso se convirtió, yo era nada”.
 
El hombre debe sujetarse a la voluntad divina, tiene que sujetarse a Dios, ahí esta su libertad y su grandeza. Un gran sociólogo italiano, beato, padre de familia, salesiano y consejero de León XIUII, Guiuseppe Toniolo (7 Octubre 1918) decía: “mi dignidad es darle a Dios todo lo que tengo, porque yo dependo de El,  sin cortapisas ni demoras, sin reticencias

Ahora nosotros tenemos que pensar: ¿Yo, dependo de Dios realmente?  Con esta sujeción humilde,  total y plena. ¿Estoy tranquilo en mi conciencia con Dios” ¿No le niego nada a Dios nuestro Señor?

Advertid que todo está en ser coherente con lo que me dicta mi conciencia iluminada por la fe. Porque, la santidad consiste en  la ecuación perfecta entre la inteligencia iluminada por la fe y el corazón corroborado con el Espíritu Santo. Cuando hay una cohesión entre el corazón y la inteligencia, una ecuación, entonces hay santidad. Evidente que la ecuación absoluta es inasible aquí en este mundo. La gracia consiste en tender siempre hacia ese ideal. 

Para esto necesitamos esta ayuda de Dios nuestro Señor que siempre la otorga a quien la implora. Un dogma de fe nos dice que: “El hombre no puede de ninguna manera  alcanzar a Dios sin la gracia divina”. De la misma manera “La gracia sola no puede hacer nada si acaso  nosotros no colaboramos”.  

Sintetizando para qué vivo: Vengo de Dios que es mi principio. Voy por Dios que es mi Padre. Voy hacia Dios que es mi fin.  

Tengo que decirle a nuestro Señor: ¡Yo quiero hacer tu santa voluntad! ¡Yo quiero estar contigo!  ¡Yo quiero hacer tu santa voluntad!

Advertir que la perfección consiste en buscar siempre el fin: La ciencia ascética consiste en la cohesión que hay entre el fin de la vida y la misma vida. Porque alcanzado el fin ya no se puede exigir más. 

La palabra “Ascética” proviene del verbo griego “asqueo” que significa “entrenamiento”, “esfuerzo”, para dominar tendencias desordenadas. En sentido literal significa “pulimiento”, “refinamiento”, y “suavizamiento”. En estricto rigor los griegos usaban esta palabra para desarrollar las fuerzas dormidas, y obtener la corona de laureles que se otorgaba al vencedor en los juegos.  

La vida del cristiano es una lucha para conquistar el Reino de los Cielos (San Mateo XI, 12). San Pablo que fue formado a la manera griega utiliza la figura del pentatlón griego para ejemplificar la batalla espiritual y el esfuerzo moral. Por la gracia de Dios podemos lograr perfectamente este fin.

La lucha moral consiste ante todo en atacar y eliminar los obstáculos, es decir, las concupiscencias de la carne, de los ojos y del orgullo de la vida, que son los efectos del pecado original que sirven para probar al hombre.

A este primer deber, San Pablo lo llama “despojarse del hombre viejo” (Efesios IV, 22).

El segundo deber, es “revestirse del hombre nuevo”, según la imagen de Dios (Efesios IV, 24). ¡El hombre nuevo es Cristo! Es nuestro deber luchar por asemejarnos a Cristo, viendo que El es: “El camino, la verdad y la vida” (San Juan XIV,6). Debe quedar claro que este esfuerzo es de orden sobrenatural y no puede ser realizado sin la gracia divina. 
 
Sin vida acética no puede haber vida mística. En la vida mística tenemos experiencia de Dios porque El se nos muestra, pero para que esto suceda primero debemos “vaciarnos de nosotros mismos”, tal como enseña el Evangelio: “Quien quiera seguirme que cargue con su cruz de cada día y se niegue a si mismo. Sin negación y purificación de uno mismo Dios no puede venir a nosotros. Es como si alguien nos dice: “si quieres que vaya a visitar tu casa, primero bárrela, tenla limpia y después iré”.

Si deseamos tener experiencia de Dios, primero tenemos que llevar a cabo un trabajo y un esfuerzo a vaciarnos de nuestras emociones, de nuestros instintos, de nuestros deseos, de nuestras ambiciones humanas. En definitiva: ¡hay que abandonar el ego! Sin esto, no puede haber un a experiencia mística. La vida ascética es imprescindible para la vida mística. La vida ascética es una vida en la cual las virtudes dominantes son virtudes adquiridas, y por virtud adquirida se entienden aquellas que resultan adquiridas de un esfuerzo personal, acompañado de la gracia que Dios no deja de conceder. 

La vida mística es una vida que, por medio de los dones del espíritu Santo, se remonta sobre los esfuerzos humanos. Es una vida en que las virtudes infusas la elevan sobre las virtudes adquirida, y el alma se ha de mas pasiva que activa.  

Es semejante comparar entre la vida ascética (en que la acción humana prevalece), y las vida mística (en que la acción divina prevalece) la misma diferencia que hay entre un remo y una vela. El remo representa el esfuerzo ascético, la vela la pasividad mística que se despliega para recibir fructuosamente la brisa divina.

 

 

 

 

 

 

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