jueves, 26 de enero de 2017
ORACION POR LOS ESTADOS UNIDOS Y EL NUEVO PRESIDENTE
MENSAJE
DE SR. DONALD JAMES TRUMP MC LEOD TRANSMITIDO POR CANAL 28 EWTN (9 de Noviembre
2016):
“Los católicos son
una parte importante de la historia de Estados Unidos. Estados Unidos se ha
fortalecido con católicos que trabajan duro. Desde Nueva York hasta California,
la historia católica es realmente extraordinaria y grandiosa.
Desde custodiar los
derechos civiles a millones de niños, sirviendo a los pobres u hecho innumerables
contribuciones al éxito de Estados Unidos y a la historia de éxito de Estaos
Unidos.
Los políticos de
Washington han sido hostiles a la Iglesia (Católica), han sido hostiles a los
católicos, han sido hostiles a los miembros del catolicismo. Mi gobierno estará
al lado de los católicos estadounidenses para promover los
valores que todos compartimos como cristianos y estadounidenses.
Que Dios os bendiga
y Dios bendiga a los Estados Unidos de América. Haremos que Estados Unidos
sea grande de nuevo”.
PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ
PADRE JAIME HERRERA G.
CARTA
DE PRESIDENTE DONALD JAMES TRUMP A CATHOLIC LEADERSHIP CONFERENCE
(5 de Octubre del 2016).
“Soy y seré próvida.
Defenderé vuestra libertad religiosa y el derecho a practicar vuestra religión
(católica) plena y libremente, como individuos y como propietarios de negocios
e instituciones académicas. Me asegurare de que órdenes religiosas como las
Hermanitas de los Pobres no sean acosadas por el gobierno federal a causa de
sus creencias religiosas. Protegeré y trabajare por la libertad de
enseñanza y los derechos de las familias al Homeschooling
(enseñanza en el propio hogar) y pondré fin al Common Core (programa de materias comunes usado para el
adoctrinamiento ideológico de los niños).
PLEGARIA DE CARDENAL DOLAN (NYC) POR
PRESIDENTE DONALD JAMES TRUMP MC LEOD (20 de Enero
del 2017).
"Danos sabiduría, porque somos tus siervos, débiles y de
corta vida, carentes para comprender la justicia y
las leyes. Ni siquiera el más perfecto de los hombres será algo sin la
sabiduría que viene de Ti
Señor, envía tu sabiduría desde tus santos cielos, desde tu glorioso
trono, para que esté con nosotros y trabaje con nosotros, para que podamos
entender lo que te agrada. Por ella comprendemos todas las cosas, y nos guiará
con prudencia en nuestros asuntos y nos protegerá por su gloria. Amén
CARTA DEL ROMANO PONTIFICE, EL PAPA FRANCISCO AL PRESIDENTE DONALD JAMES TRUMP MC LEOD.
“Al inicio de su mandato como el cuadragésimo
quinto Presidente de los Estados Unidos de América, le ofrezco mis buenos
deseos y la seguridad de mis oraciones de que Dios Todopoderoso le conceda
sabiduría y fortaleza en el ejercicio de su alto cargo”. En un momento en
que nuestra familia humana está acosada por graves crisis humanitarias que
exigen respuestas políticas unitarias y con visión de futuro, rezo que sus
decisiones estén guiadas por los ricos valores espirituales y éticos que han
formado la historia del pueblo estadounidense y el compromiso de su nación para
la promoción de la dignidad humana y la libertad en todo el mundo.
En su mandato, la estatura de los Estados
Unidos puede medirse sobre todo por su preocupación por los pobres, los
marginados y los necesitados que, como Lázaro, están ante nuestra puerta. Con
estos sentimientos, le pido al Señor que le conceda a usted y a su familia,
y a todo el amado pueblo estadounidense, sus bendiciones de paz, concordia y
toda prosperidad material y espiritual.
martes, 24 de enero de 2017
FUNDAR UNA FAMILIA SOBRE JESUCRISTO”.
HOMILÍA MATRIMONIO BRAUCHLE & ASSIS ENERO
2017
MATRIMONIO BRAUCHLE & ASSIS ENERO 2017 |
El camino que comienzan
a recorrer es desafiante. De alguna manera podemos compararlo con el inicio de
escalar una gran montaña: aunque muchos desearían llegar a la cumbre, son menos los
que se deciden dar los primeros pasos y aún más escasos, los que llegan finalmente
a la cumbre. ¿En el camino? Son
muchos los que van quedando…
Lo que afirmamos surge
de las frías cifras entregadas por los organismos responsables: el último año 63.749
contrajeron matrimonio civil, de los cuales no más de veinte mil se casan por
la Iglesia. Uno de cada tres parejas recibe el sacramento de matrimonio.
Muchos son los llamados pocos los escogidos.
Entonces, se trata de un camino exigente: que amerita una disciplina
interior, en la cual, la vivencia de
una espiritualidad no puede quedar postergada a los buenos deseos que eventualmente puedan
tenerse. Ambos han de remar juntos para el mismo lado, pues, si lo hacen unilateralmente terminarán dando
vueltas en círculos y no crecerán como matrimonio.
El fortalecimiento como
esposos se dará en la medida exacta en que den espacio en el alma de cada uno a
la persona de Jesucristo, quien actúa poderosamente con su
gracia desde el día que fueron bautizados. Dóciles a Dios no dejarán de serlo entre ustedes en el futuro;
serviciales a Dios estarán prestos a buscar
satisfacer toda necesidad de vuestro ser amado.
Esto resulta decisivo a
la hora de mantener vivo el amor, fresca la esperanza y encendida la fe, toda
vez que es una realidad que muchos matrimonios quedan a mitad de camino. La
cifra exacta es que casi cien mil personas el año pasado optaron por no
llegar a la cumbre de una vida entera consumida mutuamente hasta que Dios así
lo disponga.
Lo anterior para
algunos puede resultar un muro difícil de sobrepasar, más para el creyente –que ha puesto toda su
confianza en Dios- forma parte del camino de la fe, que aun en medio de
sequedades y zarandeos es capaz de salir adelante en virtud de la fidelidad de
Aquel que no deja de querernos.
DIÓCESIS DE VALPARA{ISO CHILE 2017 |
El
perdón en el hogar.
De Él pueden aprender a
tener un trato esponsal rico en misericordia, donde el bálsamo del perdón llegue de manera oportuna y hasta se anticipe al punto de no molestarse por nimiedades, evitando una mente suspicaz y desconfiada, que tanto mal hace en la vida
matrimonial. Quien ama sabe esperar,
porque es paciente; quien ama sabe perdonar porque no olvida la debilidad de su naturaleza que habiendo
pedido el perdón del Cielo lo ha recibido en una medida mayor a lo previamente implorado
e imaginado. ¡Es que Dios siempre puede más y su amor es más fuerte que
nuestro pecado!
Quien se sabe objeto de
misericordia es misericordioso. Y, en la vida social,
particularmente en el ámbito familiar, se dan múltiples oportunidades de ejercitar la capacidad de perdón, toda
vez que al vivir de modo permanente con
una persona, se evidencian las grandezas y las miserias de cada uno, por lo que
tanto se puede agradecer como –eventualmente- perdonar.
Sin duda, la tentación
del “acostumbramiento” conlleva una serie de consecuencias, que pueden llegar a afectar
fuertemente la vida familiar y matrimonial.
La tibieza espiritual nace de creer que ya todo se ha hecho, que todo resulta
inevitable y que nada puede ser cambiado, optando –entonces- por una vida que
no se distinga de la de los demás…”como todos”, “donde todos”, y “como
siempre”.. Esto hace que los ideales se diluyan, y que la vida no tenga otro
horizonte que repetir lo que otros hacen, cayendo en una monotonía que termina aburriendo
incluso a los más entusiastas.
Se requiere -por lo tanto-
refrescar constantemente la vida
familiar y matrimonial, para evitar la
tibieza, la pereza y la monotonía. El ¿para qué? hacerlo es manifiesto, pero el ¿cómo hacerlo? no siempre se descubre tan fácilmente.
Se requiere por tanto pedir la gracia del Cielo para descubrir la
novedad permanente del amor verdadero,
que como consecuencia de los dones del
Espíritu Santo, se renueva incesantemente descubriendo nuevas
razones, y abarcando mayores desafíos.
Sin la gracia de Dios nada podemos, con la gracia no hay imposibles.
Hoy ambos inician algo más
que una aventura, porque conocen dónde van, con quién van y a qué van. En el
caso de una aventura lo incierto y experimental parece guiar los
pasos, en el caso del santo matrimonio está signado por la seguridad que emana de la
fidelidad de las promesas de Dios: sólo ello hace posible dar el paso del cual
tantos rehúyen para evitar un compromiso
que se sabe decisivo, y tantos abandonan a mitad de camino porque les resulta infructuoso.
Colocando vuestro
matrimonio y la familia que hoy
inauguran sobre la roca de la fe, en la persona de Jesucristo, tendrán la fuerza
necesaria y las luces para escribir cada
jornada futura según el querer de nuestro Dios, para ello, será necesario
agregar algunos elementos que la enseñanza de Iglesia, en la voz de Romano
Pontífice aconseja vivamente en la actualidad.
Fundar
un hogar con los hijos que Dios les quiera conceder:
No hay que olvidar que la misión de
estos novios, como la de todos quienes toman en serio el santo matrimonio, pasa porque
“crezca la familia”, por ello “han de
engendrar la prole de la Iglesia, conciudadanos de los santos y servidores de
Dios” (Arcanum Divinae Sapientiae, León XIII, 10 de
Febrero de 1880).
Cada hijo es un regalo
del cielo, que es dado a una familia pero que tiene como toda gracia una dimensión social, porque
son su futuro y esperanza, de tal manera que su llegada a de ser siempre
anhelada y su presencia
renovadamente agradecida.
Familia
que reza unida permanece unida: Este Año celebramos
cien años de la aparición de la Virgen en Fátima, por lo que estamos inmersos en un Jubileo lleno de gracias para todos los
creyentes. Sin duda, los esposos y sus familias son los predilectos del
corazón de la Virgen, pues desde el primer milagro realizado por Nuestro Señor. El poder
intercesor de nuestra Madre Santísima se verifica públicamente con una frase: ¡Hagan
todo lo que Él les diga!
Siempre resulta
oportuno tener presente que “nunca se ha oído decir que aquel que recurre a su
intercesión, su súplica no sea prontamente atendida”. Por esto, es necesario
rezar de manera: perseverante, humilde, y confiada a quien desde lo alto del
Calvario y de la cruz, nos dejó como “nuestra Madre”.
El rezo del Santo
Rosario es “el medio más eficaz y
conveniente” para preservar de todo
peligro el hogar, en tanto que hemos de recordar que dicha plegaria hecha en
familia “es un medio muy apto para conseguir un fin tan arduo” como la santidad familiar. (Ingruentium
Malorum, de S.S.Pío XII, 15 de Septiembre de 1951).
Recuerden en todo
momento que la vida que hoy inician al tener a Jesús en el centro del hogar,
ha de estarlo –también- en el comienzo de los proyectos, durante la realización de los quehaceres y
como objeto de la gratitud de cada logro.
Ello dará una consistencia mutua que les permitirá sobreponerse a las dificultades internas y externas
del hogar, en tanto que, crecerán espiritualmente permitiendo
encaminar a la familia por la unidad y fidelidad que sólo puede acrecentar el
amor recíproco y mantener viva la entrega que hoy sellan ante Dios y por Dios.
Padre Jaime Herrera, Chile |
El recuerdo de la etapa
de noviazgo y los primeros años que dan hoy, será en el futuro como el agua que refresque la vida matrimonial, por
lo cual no será una acequia sino un canal. Para esto, deben mirar juntos
a quienes están a vuestro lado, recordando que el imperativo de la caridad
fraterna es uno de los dos mandamientos que explícitamente Jesús nos entregó,
no como un simple consejo, sino que nos
exhorta a cumplirlo como garantía y
signo del amor a Dios. En realidad, en la medida que hagan patente el amor
a Dios percibirán que se realizan íntegramente puesto que es la medida de
Cristo la que debemos procurar
y, no moldearnos con los esquemas de un
mundo que suele dar la espalda a Dios.
El actual Romano
Pontífice dijo a los novios hace un tiempo que “el amor no es sólo un sentimiento, sino que se debe entender en el
sentido que tiene el verbo amar que en hebreo, es “hacer el bien”. El amor se debe colocar más
en las obras que en las palabras. Así puede mostrar toda su fecundidad, y permite
experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse sobrenaturalmente, sin medir,
si reclamar pagos, por el solo gusto de
dar y de servir” (Papa Francisco).
Que nuestra Madre
Santísima, en cuyo templo consagrado a la advocación de Nuestra Señora del
Carmen, les proteja y asista en todo momento, hoy, mañana y siempre.
¡Que Viva Cristo Rey!
martes, 17 de enero de 2017
AMAR LLEVA A ORAR Y ORAR LLEVA A AMAR”
HOMILÍA MATRIMONIO CASABLANCA ENERO
2017
1.
“En Dios puse toda mi esperanza, Él
se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor” (Salmo
XL, 2-10).
Agradezco a los novios Aníbal
y Daniela, haberme hecho participe de
vuestra celebración. Lo hago con especial cariño toda vez que conozco la
familia del novio desde los inicios de la década de los setenta.
El templo que nos acoge
ha sido consagrado a la persona de Jesús Salvador de mundo, cuya imagen nos acompaña
como el resucitado. El misterio de quien
ha nacido y está vivo en medio nuestro se revela como camino seguro y claro para que los novios
vivan ahora momentos decisivos y eternos.
SACERDOTE JAIME HERRERA |
Sin duda, Nuestro Señor
a lo largo de la Santa Biblia recibe diversas denominaciones, las cuales van desde aquellas que encontramos en
el Antiguo Testamento en la voz de los profetas: hasta aquellas que leemos en
el texto de San Juan con el cual se cierra de revelación escrita. Los nombres
dados tienen una importancia de acuerdo a quien los decía: el arcángel Gabriel
le señaló como “Jesús”,
frecuentemente fue reconocido como “nazareno”,
en virtud de la ciudad donde viviría durante tres décadas; de manera
particular, aquellas denominaciones que el mismo Cristo dijo de Si son una auto
revelación que reviste una teofanía nominal.
Tras cada denominación
hay una misión, subyace un camino que mutuamente han de seguir, por medio del cual se de una más perfecta
identificación con la persona de Jesucristo, asumiendo que la vocación a la
vida matrimonial es indisociable del llamado a la santidad que Cristo nos hace:
“Sed perfectos como mi padre de los
cielos es perfecto” (San Mateo V, 48).
Sin duda en la
actualidad se subraya una dimensión de la vida matrimonial. En ocasiones se
presenta como univoca, mas hemos de tener una visión más complementaria e
integradora de lo que es la esencia de la vida matrimonial establecida desde el
Cielo.
CURA PÁRROCO JAIME HERRERA GONZÁLEZ
|
Cuando Dios forma a
nuestro primeros padres y los coloca en el paraíso les confiere un designio: “Creced multiplicaos, poblad la tierra y dominadla”.
Con lo cual, resulta vinculante, a la vez, la
vivencia en común y la búsqueda de la felicidad como cónyuges, con la vida
santa a la que están llamados a compartir.
Entonces, ¿Para qué se
casan?... ¿Para vivir juntos? Si,… ¿Para ser felices? Si, más ello, quedaría
inconcluso si acaso no formulamos la siguiente pregunta: ¿Para ser santos? Si,
y ello da sentido al gozo verdadero y a la perpetua permanencia del compromiso
asumido para toda la vida, según lo disponga Dios mismo.
La santidad no es un
premio reservado para unos cuantos, sino que es parte de la invitación que Dios
hace a cada bautizado, y de la cual cada uno es directamente responsable de dar
respuesta. Una y otra vez recuerden: “Cielo
perdido, todo perdido; Cielo ganado, todo ganado”.
Vuestra vida a partir
de hoy, tiene sentido si acaso buscan juntos alcanzar el imperativo de la
santidad, por medio del camino de vivir mutuamente cada jornada haciendo
patente el amor de Dios, en cada acción, en cada palabra, en cada moción del
corazón. ¡Todo debe hablar de Dios! ¡Todo debe hablar con Dios!
Es decir, si el trabajo
es posible hacerlo oración, ¿Por qué la vida familiar y matrimonial va a ser
una excepción? En efecto, de las múltiples definiciones que encontramos para el
acto de rezar, los santos la han descrito como: “principal apoyo” (San Juan Bautista Della Salle),
“alimento del alma” (San
José de Calasanz); “gran
armadura”· (San Efrén); “Aliento
de la caridad” (San Vicente de Paul);”arma invencible” (Santa
Teresita de Liseaux)…todo ello es real, más nos detenemos en
aquella expresión de la gran mística hispana del Siglo XVI y refundadora de la
Orden de Nuestra Señora del Carmen, la gran Teresa de Ávila: “Orar no es otra cosa sino tratar de
amistad, estando muchas veces a solas, con quien sabemos nos ama”.
PADRE JAIME HERRERA / VALPARAISO |
Si a Dios le agrada
estar a solas con cada uno en la oración, y nos escucha con total y exclusiva
atención, de modo similar, la vida como esposos les concederá muchas
oportunidades de vivir “a solas”
grandes momentos: de felicidad, de gozo, de placer, de incertidumbre, de temor
y de sufrimiento, más en toda ocasión ambos tendrán la certeza de saber que no
están solos porque mutuamente se tienen el uno para el otro, puesto que desde
hoy sólo pueden ser el uno para el otro, lo que implica que no pueden vivir ni
encontrar la felicidad el uno sin el otro.
Ya lo dijo nuestro
Señor cuando le consultaron respecto de la vida matrimonial: “Yo os digo, ya no son dos sino uno solo. No
separe el hombre lo que Dios ha unido” (San Mateo XIX, 6-8).
No son sólo signo sino
presencia del amor de Dios, por tanto, deben ser muy cuidadosos de respetar la
nueva condición que voluntariamente asumen: ser esposos ante Dios y su Iglesia.
A partir de hoy tienen una misión. En uno de los libros de Antoine de Saint Exúpery
leemos una frase elocuente: A la respuesta de ¿Qué es amar? Responde: “No es mirarse el uno al otro, sino mirar
juntos en la misma dirección”.
Aún más, diremos que los
esposos no sólo miran lo mismo, sino que –además- viven lo mismo. Los proyectos futuros deben
ser parte de la vida en común, donde la hermosa sintonía que descubrieron un
día entre ambos se proyecte en opciones, decisiones y panoramas que no resulten
de la imposición unilateral ni de un pasajero deseo egoísta, sino re responda
más bien al resultado de una armonía que les lleve mutuamente a dar gracias al
Señor por quien ahora está a vuestro lado y que –Dios mediante- lo estará hasta el último
suspiro en este mundo.
Las palabras que
citamos hace un momento de Santa Teresa de Jesús, nos hacen recordar un aspecto
propio de la vida de los esposos: “Estar
con quien sabemos nos ama”. Por medio de la oración casi nos aventuramos a
decir que nos hacemos como dueños del querer de Dios en vistas a que ha querido
hacernos partícipes de su vida a través que de la plegaria. Por esto dijo
Jesús: “Todo lo que pidan en mi nombre os
será concedido” (San Juan XIV, 13).
Sin negar que es Dios quien
mueve el mundo con su libérrima Providencia,
a la vez, reconoceremos que al Señor
le mueve nuestra oración. Los éxitos y crisis, alegrías y tristezas en la
sociedad, en la familia, y en cada persona dependen de nuestra acuciosidad en
la oración.
2.
“Te voy a poner por luz de las
gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra”
(Isaías
IXL, 3-6).
Por ello, resulta fundamental dar el lugar que le
corresponde al Señor en la vida matrimonial y familiar, donde su gracia, su
palabra y su presencia eucarística sean “faro”
y “antorcha”.
a).
Faro:
Que en medio de la navegación de la vida esponsal les indique por dónde seguir,
en tanto que, en medio del devenir humano,
signado por prisas y autonomías, sepan mirar aquella luz que en todo momento les
previene de las amenazas y oscuridades que toda vida matrimonial conlleva.
El faro está siempre
encendido, siempre atento, de modo semejante,
no duden en acudir al Señor para implorar el auxilio necesario cuando así
lo requieran, en tanto que, no olviden dar gracias en aquellas etapas de
bonanza. ¡Confíen en quien nunca defrauda!
Como en aquella parábola descrita por Jesús
ante la oración de un orgulloso fariseo y de un humilde publicano no podemos
presumir de nuestro amor por Dios porque fallamos a diario, pero si podemos
presumir de su amor por nosotros ya que
nunca nos falla.
Ambos –Aníbal y
Daniela- son importantes para Dios, así lo recordaba el Romano Pontífice al
decir: “Como novios estáis viviendo una
época única que abre a la maravilla del encuentro y permite descubrir la
belleza de existir y de ser valiosos para alguien, de poderos decir recíprocamente:
tú eres importante para mí. Vivid con intensidad, gradualidad y verdad este
camino. No renunciéis a perseguir un ideal alto de amor, reflejo y testimonio
del amor de Dios” (Benedicto XVI, 11 de Septiembre del
2011 en Ancona).
b) Antorcha: Sabemos que Dios se manifestó al patriarca como una “llama ardiente”, diciéndole: “Yo soy el que soy” (Éxodo
III, 14). Durante
cuatro décadas guio al pueblo elegido por medio del desierto como una “columna de fuego” (Éxodo
XIII, 21-22). Las incertidumbres y sufrimientos parecen sobrellevarse
mejor cuando hay un poco de luz, en tanto que, las alegrías parecen despertar cuanto más intensamente
la oscuridad es son vencidas por la luz. Cristo mismo dijo: “Yo soy luz del mundo” (San
Juan VIII, 12)
“quien se une a mí no camina en
tinieblas”.
Queridos novios: Los
maestros de la pintura universal se han caracterizado por su habilidad en el
trato de la luz y de las sombras en sus obras. El hecho de tener a Cristo como
luz verdadera, implica la vivencia permanente de su estilo de vida, de manera especial
por la gracia propia que encierra el sacramento del matrimonio, tal como
recuerda el Apóstol: “Los santificados en
Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el
nombre de Jesucristo” (Corintios I, 1-3).
Con el paso de los años
y por la sabiduría de vuestros mayores, descubrirán la grandeza que tiene el
poseer un alma generosa y dispuesta a compartir –como una página en blanco-
cada momento por desafiante que se presente, pues como almas jóvenes tienen un
mundo por descubrir y conquistar sabiendo que en toda ocasión Dios velará con
delicadeza por cada uno. No hay mejor comparación del matrimonio que referirlo
al misterio del amor de Cristo por su Iglesia. En efecto, ambos van a presencializar el amor de Dios por lo
cual han de tener presente en todo momento el dulce mandato de la caridad, que
en toda ocasión es necesario recordar: “El
amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni
se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por
la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la
verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta
todo. El amor nunca pasará” (San Pablo a los Corintios XIII,
4-8).
Imploremos a la
Santísima Virgen de Carmen que
proteja con su manto protector a estos
novios –Aníbal y Daniela- y a sus familias que les acompañan, tal como lo hizo
en el primer milagro obrado por Jesús en las Bodas en Caná de Galilea, por
medio del vino abundante de la
gracia. ¡Que Viva Cristo Rey!
viernes, 6 de enero de 2017
jueves, 5 de enero de 2017
ANTE LOS DESAFÍOS QUE DIOS NOS PROPONE EN LA VIDA ACTUAL
HOMILÍA DE AÑO NUEVO / PARROQUIA PUERTO CLARO / DICIEMBRE
2016.
El hecho de terminar un
año e iniciar uno nuevo implica evaluar y programar. Aquello que anhelamos y no
se obtuvo, o lo que resultó sin haberlo esperado. Dios no deja de sorprendernos
con sus designios. Ya vivamos, ya muramos
“sea todo en el nombre del Señor” (San
Pablo a los Romanos XIV, 8).
PARROQUIA PUERTO CLARO |
En estos días nos
colocamos especialmente en las manos del Señor: sabe más, nos conoce mejor, y
puede más. Dejarse cuidar por la Divina Providencia no es dar un paso en una
aventura incierta sino que implica avanzar en la seguridad plena del amor y `del
poder de nuestro Dios que vela por cada uno.
Dios ha intervenido en
el mundo no para darnos una posibilidad sino para hacernos partícipes de una
certeza. La fe no se mueve en la incertidumbre sino que se apoya en la
revelación de Dios que dice de sí mismo: “Soy
un Dios fiel” (Isaías LXV, 16-18).
Los días pasados ya no
pueden cambiar. Los podemos ofrecer pues encierran tantas grandezas y bondades
de Dios, como también contienen
–eventualmente- innumerables debilidades y pecados propios, que son
consecuencia de nuestra humana naturaleza.
Son hechos
irrepetibles. Aquello que Dios concede en un momento es para ese instante, ni fue dado para ayer, ni lo será concedido para mañana, es para ahora, por lo que hemos de estar
despiertos (atentos) a recibir la gracia que pasa, que viene ahora a
enriquecer nuestra vida interior.
A lo largo del año que
culmina consumimos diversos alimentos: pensemos en todos ellos, ¿cuántos litros
de líquidos…de comida…de fruta?. Cuidamos con esmero la salud con medicamentos
y un sin fin de ejercicios. Actualmente existe la posibilidad de contar los
pasos diarios, de ver el rendimiento físico, incluso,
de cuánto tiempo tardamos en dormir y de cómo dormimos. Todo lo cual
denota una preocupación por el desarrollo físico, por su cada vez mejor y más
productivo rendimiento.
SACERDOTE JAIME HERRERA GONZÁLEZ |
Ahora bien, sabemos que
nuestra vida no es sólo materia, que nuestro cuerpo tiene vida porque tiene un
alma que lo anima. Cada año debemos esforzarnos por crecer espiritualmente lo
que conlleva:
a). Cumplir la invitación a rezar:
Con mayor confianza, perseverancia y humidad.
b).
Con una más perfecta vivencia de la caridad: Procurando ver
más lo bueno que lo malo en quienes están a nuestro alrededor.
c).
Aplicando la actualidad de la caridad: El Poema ·titulado ”En vida hermano, en vida” de Ana María Rabatte, solía ser citado
por una experimentada maestra de varias generaciones: “Si quieres hacer feliz a alguien que quieras mucho, díselo hoy, sé muy
bueno, en vida hermano, en vida…No esperes a que se mueran si deseas dar una
flor, mándalas hoy con amor, en vida, hermano, en vida…Si deseas decir te
quiero a la gente de tu casa, al amigo cerca o lejos, en vida, hermano, en vida…No
esperes a que se muera la gente para quererla y hacerle sentir tu afecto, en
vida, hermano, en vida…Tú serás muy venturoso si aprendes a hacer felices, a
todos los que conozcas, en vida hermano, en vida…Nunca visites panteones, ni
llenes tumbas de flores, llena de amor corazones, en vida, hermano, en vida”.
El tiempo para hacer el
bien es hoy. Lo que tienes que decir, lo que tienes
que hacer, aquello que piensas en bien
de otros. En vida, pues, porque después es solo lamento y recuerdo. Dios nos
pide el cumplimiento del Mandato de la Caridad Fraterna “ahora”: en el tiempo del mérito,
donde nuestras obras son evaluadas por Dios y por el prójimo; en el tiempo
de la conversión donde podemos modificar nuestra conducta, rectificando
aquello que esta torcido, aclarando lo que resulta turbio, inmersos en el tiempo de la gracia.
d)
Proyectos de vida a partir de la fe: Lo que Dios tiene
programado para cada uno es siempre lo mejor, por lo que aunque pueda resultar
incomprensible e incierto su actuar no podemos olvidar que cuando Dios está en
silencio es porque algo está haciendo por nosotros. Nunca podemos olvidar
que es Dios quien tiene poder para cambiar todas las cosas. ¡Nada es imposible
para Él! y por tanto para quienes confían en sus designios.
Cuando actuamos
autónomamente, pensando que somos nosotros, solos, los que debemos solucionar nuestras
dificultades, los que debemos abrir nuevos senderos, e implementar novedosos
proyectos, entonces, olvidamos que, solamente cuando dejamos todo en las manos
de Dios, veremos la mano de Dios en todo, y se fortalecerá la fe, se
acrecentará la caridad y ampliará la esperanza, propia de quien es creyente de
verdad y no a su manera..
El Apóstol Santiago dice
en el Nuevo Testamento: “Dios no permite
la adversidad para quebrantarnos, sino para mejorarnos” (I,
3).
¿Quién no ha pasado por el quiebre del camino que creíamos permanente?
En el orden de los
afectos, en el plano de las amistades, en la vida en sociedad, en el mundo del
trabajo y del estudio. Muchas veces hemos tenido que asumir la voluntad de Dios
que rompe los esquemas y nos invita a dejar nuestras seguridades. Lo vemos en los
patriarcas como Abraham (Génesis
XI, 31), Moisés
(Éxodo
III, 1-10), el justo Job (XXXVIII, 1-38 a XIIL,
6).
GRUPO REZO DEL SANTO ROSARIO |
Y, en el Nuevo Testamento,
sin duda “saca de los esquemas” y de sus labores cotidianas, muy dignas por
cierto: a la Virgen María, cuyos
días estaban consagrados desde niña, a
San José Custodio, el varón justo (San Mateo I, 19), que
asume un camino que le resulta inicialmente totalmente desconocido y riesgoso,
a los Apóstoles que “dejando sus embarcaciones” y labores
cotidianas (San
Lucas V, 11) siguieron al Señor a todo evento.
¿Cómo despedimos este
año y cómo lo hacemos para recibir el que se inicia? Para el creyente no podría
ser mejor: El día sábado que habitualmente dedicamos a honrar a la Virgen María,
cuya presencia constituye verdaderamente la “Aurora de la salvación”, y con la
plenitud del Día del Señor. ¡Un Nuevo Año coincidente en el Día del
Señor! Toda una bendición el hecho de poder hacerlo a los pies de Jesús Sacramentado
en el día mismo que Dios se reservó para Sí.
Es una oportunidad para
recordar la invitación del Apóstol: “Todo
lo hagáis hacedlo en el nombre del Señor” (Colosenses III,
17). En
todos los anhelos, proyectos, desafíos que depare el período que se inicia
hemos de dar no sólo un barniz de
vida espiritual sino que, mejor aún, colocaremos la persona de Jesucristo como
la “raíz” que sustente toda nuestra
vida,
por lo que nuestro Señor no viene a ser un auxilio
en el camino sino su principal sostenedor,
desde realmente se despliegue la primacía de Quien es “todo en todos” y “en todos
es todo”. Entonces, nuestra religión
católica, nuestra fe, y nuestra vida espiritual no es un barniz que adorna,
sino una raíz que sostiene basilarmente nuestra misma existencia. Ser
católico –entonces- no es un adjetivo,
sino que forma parte de su esencia misma, que proclama la evidencia de dónde venimos, por dónde vamos y hacia
donde nos dirigimos.
Este Dios que remueve nuestras humanas seguridades, no dejará de venir a cada uno, cada vez que hagamos un acto de fe e
imploremos con insistencia: ¡Auméntanos
la fe! (San Lucas XVII, 5). Con esto, la
cultura que vivimos, la ciudad que edificamos, tendrán la impronta de ser parte del proyecto de Dios y no
consecuencia de la audacia de ciegos que guían otros ciegos y juntos terminan
cayendo al despeñadero. La ciudad con futuro es aquella que se funda sobre roca
y da a Cristo el lugar que le corresponde, no postergándolo ni encerrándolo al
interior de los templos y las conciencias.
El desafío que tenemos para
el Año que se inicia es llevar a Jesús a la ciudad:
En toda su verdad, en toda su grandeza, en toda su generosidad, en todo su
perdón, y n todo su respeto. En efecto, los fuegos artificiales, músicas,
bailes y ciudadanos brindis –masivos- son cosa de unas horas; pero, la misión que tenemos como católicos no
admite pausas, toda vez que es una realidad permanente:
El acto de rezar para
que venga el Reino de Cristo hoy, es una tarea permanente, pues urge que Cristo
sea “todo en todos”.
Imploremos a María Santísima, en su grandeza de Medianera Universal de toda
gracia, para que nos acompañe en cada jornada del Año Nuevo que, en el nombre del Señor iniciamos. Pues, ¡Que
Viva Cristo Rey!
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