domingo, 13 de mayo de 2018

¿QUÉ DIRÁ EL SANTO PADRE QUE VIVE EN ROMA?


  TEMA  DE  FORMACIÓN  MES  DE  MAYO  DEL  2018.

SANTUARIO DE LO VASQUEZ CHILE
La dramática noticia de la explosión de la Clínica Alemana en Concepción llevó a remecer un amplio sector de esa ciudad, la cual se expandió –también-  a nuestra conciencia e imaginación. Todos vamos a un centro medico por una necesidad, porque algo falla en nuestra salud. Y al llegar a centro médico prácticamente comienza nuestra recuperación porque de la inseguridad de una enfermedad pasamos a la certeza de repuntar en ella estando allí.

Pero, que acontezca que en un lugar hecho para restablecer la salud,  encontremos la muerte, el dolor y la inseguridad es algo simplemente impensable.

De la misma manera acontece con lo vivido en parte de algunas comunidades de la Iglesia en Chile en estos días, meses y años recientes. Los niños y jóvenes, enviados por sus padres para “estar sanos” de alma encontraron dolor, daño y angustia en el lugar, en un ámbito, en una realidad en la cual  debía existir lo mejor, evidenciando con esto que “la corrupción de lo mejor es la mayor”.

Conocedor de la naturaleza humana debilitada en virtud de su primera incursión,  el demonio  sabe golpear y dañar donde más afecta y duele, y se es particularmente débil. Precisamente,  el ensañamiento se verifica –especialmente-  ante lo que se muestra esperanzador, puro, y sano. ¡Qué más que la inocencia de la infancia y juventud! Allí, una bomba detonó con fuerza en medio de nuestra Iglesia. En Fátima y otros lugares algo… ya se anunció…

El diagnóstico es común. Lo que está mal debe ser reconocido y reparado. No hay posibilidad para el resquicio, el discernimiento o la interpretación.  Ahora, la única oportunidad que se debe dar es al reinado de la verdad y a la certeza que lo mal hecho no vuelva a repetirse

Para ello, se requiere un cambio que no ha de ser presentado como un simple “avance” o una “breve renovación cosmética” sino al retorno de lo esencial que es descubrir el fin para lo cual existe la Iglesia y el sentido para lo cual Cristo instituyó el sacerdocio. Sin la mirada puesta en el afluente –que es Cristo- jamás habrá nuevamente ríos de gracia y bendición y, por cierto,  seguirán las suspicacias y desconfianzas que aumentarán de manera exponencial.

CAPILLA SEMINARIO LO VÁSQUEZ
Pretender que nuestra Iglesia y sus sacerdotes permanezcan esclavizados a los vaivenes de los tiempos, a las modas y convencionalismos es claudicar ante los encantos del mundo.

Una Iglesia servil al secularismo resulta tan nociva como una iglesia obsecuente al clericalismo. Sintonizar con Cristo conduce a sintonizar su obra redentora con el mundo y la sociedad de hoy, que requiere con urgencia de comunidades y de consagrados tan convencidos como convincentes.

¿Alguien piensa que el edificio de aquella clínica alemana penquista que voló por los aires pueda ser implementado (restaurado)  por medio de la misma forma, similares procedimientos, iguales materiales y personas que llevaron a su total colapso?

a). No más lobby eclesiástico: En los nombramientos de nuevos obispos no se debe permitir que el lobby entre pastores silencie la voz del Espíritu Santo, manifestada en la posterior decisión del Romano Pontífice. ¿El Santo Padre es quien elige o ratifica? Sin duda,  a lo largo de la historia de nuestra Iglesia, hubo circunstancias que permitieron que algunos príncipes del mundo y de la Iglesia hayan rivalizado en los nombramientos episcopales. Quienes hoy apuntan la presencia de un número importante de Obispos “cuestionados” de la Iglesia en Chile, olvidan –quizás, sin saberlo- que estos fueron presentados un día por “otros” obispos que los prepararon y promovieron al episcopado. En lenguaje nuestro: Hay que presentar la sandía entera, y no ofrecer la “sandía calada”.

b). Con formación parroquial: En lo inmediato, los obispos deben tener una vida espiritual y pastoral experimentada, ojala lo más diversificada posible, evitando que sean “expertos sólo en el metro cuadrado de sus habilidades” olvidando que es la vida parroquial la que con mayor propiedad suele “centrar” al sacerdote llamado a pastorear y ser pastoreado.

Una antigua religiosa experta en psicología solía recordar que es la parroquia la que “pule” a los sacerdotes, permitiéndoles construir una red que inhibe con mayor fuerza del espíritu disipado, obtuso y academicista que cuela egoísmos y  parcialidades que están en el origen de tantos errores y horrores como los que hemos visto en las últimas décadas.

PARROQUIA PUERTO CLARO
c). Pastor que conozca todo su rebaño: La misión del obispo es poseer verdaderamente en su corazón a todos los sacerdotes de su diócesis, evitando tener “grupos de amigos que terminan eternizándose en los cargos diocesanos.

La “mirada amplia” no sólo puede darse con quienes están en la otra vereda de la vida de nuestra Iglesia sino que primero ha de extenderse a los que caminan en la propia. También, aquí es válido asumir que “la caridad parte por casa”.

A este respecto, la visita pastoral del Pastor a las comunidades puede ser un camino eficaz para que cada cierto tiempo, al menos, cada obispo diocesano verifique el caminar de sus comunidades en primera persona, y no por sola referencia de terceros que pueden distorsionar la realidad en virtud de intereses e ideologismos muy particulares.

d). Sacerdocio pleno y misionero: Hay una frase bíblica: “Nadie es bien recibido en su casa”: La elección del episcopado que se avecina, que algunos se han aventurado en cifrar a casi un tercio de su totalidad, sería conveniente que diese paso a la designación de los nuevos purpurados enviándolos a comunidades lejanas a las de su tierra de origen.

Al mejor sacerdote de Arica hacia el otro extremo del país y viceversa, esto con el fin de evitar que cualquier tentación de loobismo impere, y que haya consagrados más interesados en figurar para ser promovidos que en servir y amar a sus propias comunidades. Hay sacerdotes que casi son presentados –por la prensa y otros medios- como candidatos permanentes al episcopado, y en eso se les va la vida…también, la de sus comunidades. El “carrerismo” anestesia la vida de cualquier comunidad, esterilizando la creatividad, amagando la piedad y eclipsando la caridad. El obispo no debe buscar colocar “su” sucesor, sino que tendrá como su mayor corona a los que se esmeren por alcanzar la bienaventuranza eterna. Con urgencia se necesitan sacerdotes santos,  no sacerdotes promocionados. Hacia allá deben tender los esfuerzos, prioridades  y perspectivas de la vida pastoral.

e). Formación integral de la fidelidad: La revisión de la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis referida a la formación de los futuros sacerdotes: Los seminarios y centros de formación de religiosos alguna responsabilidad tienen en todo esto. Que un diamante en bruto que es toda vocación sacerdotal termine pulverizado implica un proceso formativo fracasado, como lo es el de la llamada “autoformación”. Reconociendo que la relación causa-efecto no tiene exactitud matemática tratándose de la relación entre personas, sin duda se ha de reconocer que en los procedimientos, en las acentuaciones y silencios  formativos, han tenido alguna consecuencia en el desastre que ha significado el tema de los abusos hacia personas vulnerables al interior de nuestra Iglesia en Chile.

f). Amplia perspectiva del magisterio: Una mayor vida espiritual, una más fiel enseñanza tomista para ordenar el pensamiento, especialmente en los primeros años de formación, una visión integral a las enseñanzas pontificias contextualizadas con la viva tradición de dos milenios, un procurar conocer de primera fuente y cotidianamente todas  las enseñanzas del actual pontífice no –simplemente- por lo que le interesa destacar a la prensa, todo ello es una urgencia en la formación de las futuras vocaciones.

g). No desdeñar la persecución: Es importante que los sacerdotes y los obispos no teman a que arrecie la incomprensión en su futura predicación. Todo indica que ello aumentará, pues más cerca del fin que del comienzo andamos. Así lo dice el mismo Jesucristo. El Credo de los Apóstoles  no contiene ningún párrafo afín a la democracia, por lo que no son las urnas las que deben guiar el anhelo de una cultura católica.  El retorno a lo esencial pasa por vivir fielmente consagrados a la causa de Cristo y su Reino, ello  es un imperativo, pero no lo es el servilismo de las  causas del mundo y de sus poderes.

h). Clara información de los bienes de la Iglesia: Se hace necesario transparentar de una manera más adecuada las finanzas de los obispados y congregaciones de religiosos, pues los fieles al estar mejor enterados de todos los haberes y gastos se sentirán exhortados a colaborar en un grado de mayor compromiso y generosidad, asumiendo tareas importantes en la generación y administración de los recursos que eventualmente se dispongan.

La comunión de los bienes de las primeras comunidades debe vivirse también en nuestro tiempo, evitando que los sacerdotes tengan un acceso desmedido de los bienes, lejano a lo que poseen los fieles de su entorno en general.

i). # Modo pobreza verdadera: El “estilo de vida” sobrio implica no sobresalir del medio en que se desenvuelve habitualmente. Una Iglesia pobre para los pobres exige austeridad entre los consagrados, no como una máscara o disfraz que se usa ocasionalmente para aparentar,  esgrimiendo las consabidas consignas del liberacionismo,  sino como el “modo” que permanentemente han  procurado llevar los Santos a lo largo de su vida.

Muchos de los males del clero que ha sido infiel a sus promesas sacerdotales han comenzado por el acceso a una vida que, en su niñez y juventud ni soñaron siquiera llegar a poseer. De algún modo, el demonio amarra los ideales con el dinero para luego desatarlo por medio del desenfreno de las pasiones.

Los casos más crueles de abusos a menores han sido ejecutados por parte  de quienes un día fueron revestidos de poder y de recursos ilimitados, gozando de bienes perecederos olvidaron el valor de aquellos bienes que no perecen. ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero si termina perdiendo su alma?

i). Descubriendo el primer amor: Cualquier análisis que se haga de los casos de sacerdotes condenados por la justicia civil y eclesiástica en Chile, no podrá negar que en el origen de aquellos pecados y delitos hubo una cadena ininterrumpida de claudicaciones, de rebajas, y de proyectos egoístas, donde el estilo de vida de los presbíteros al que la Iglesia un día invitó fue mutilado paulatinamente hasta quedar en una triste realidad casi totalmente secularizada, donde con el leguaje del mundo procaz, con el alma ya insensibilizada hacia la trascendencia y piedad, con el despojo del hábito talar pregonero de una total consagración mutado en la comodidad de una moda pasajera, se fue insensibilizando al amor de Dios y el prójimo  cediendo a más los bajos instintos. En el amanecer de la sublime  vocación consagrada dejando nada por Todo, terminan con el paso de los años olvidando Todo por nada.

              PADRE JAIME HERRERA MAYO 2018

Cuánta verdad en aquello  que enseñaban los antiguos seminarios al momento de advertir sobre los riesgos que entraña la tibieza en la vida de sus futuros consagrados: “pobreza mitigada, obediencia dialogada y castidad compartida”. ¡Resulta impresionante como este slogan del liberacionismo se verifica en la actualidad! Ningún esfuerzo será suficiente para pregonar la necesidad que nuestros seminaristas, sacerdotes y obispos encaminemos nuestros mejores esfuerzos por el retorno a lo esencial.  

Lo anterior, tal como acontece en la vida de quienes se aman, resulta necesario en medio del caminar. Recordar las vivencias del inicio de una vida,  no implica un retroceso sino que, más bien,  constituye el impulso necesario para que los pasos se den con seguridad, sabiendo que la voluntad de Dios no se cumple por un irrefrenado anhelo de progreso, de avance ni de renovación, pues Cristo, como ideal del sacerdote y consagrado, es el mismo ayer, hoy y siempre.
¡Que Viva Cristo Rey!





   

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